Las frutas tropicales son aquellas que se dan de forma natural en las zonas de clima tropical o subtropical, aunque por extensión, se aplica a las frutas que necesitan para su desarrollo unas temperaturas cálidas y alta humedad.

Cada vez son más consumidas y son muy habituales en la alimentación infantil. Las principales frutas tropicales que consumen los niños son el plátano, ocupando un sitio de honor, luego la piña, el kiwi, el coco, el aguacate y menos frecuentes pero cada vez más el mango y la papaya.

Hablaremos entonces del plátano, la piña, el kiwi y otras frutas tropicales en la alimentación infantil.

El plátano

Junto con la manzana y la pera, el plátano, por ser de fácil digestión, es una de las primeras frutas que se le ofrece al bebé cuando empieza con la alimentación complementaria.

Es una de las frutas que proporcionan más calorías (85,2 cada 100 grs.) debido a su elevado contenido en hidratos de carbono, pero esto no quiere decir que el plátano engorde, una creencia muy extendida sobre esta fruta. Es precisamente por su gran aporte energético que es ideal para la alimentación de los niños.

Es también una importante fuente de potasio, necesario para favorecer la actividad muscular y el buen estado del sistema nervioso. Otros nutrientes que contiene son magnesio, ácido fólico, vitamina C y provitamina A.

 

La piña

La piña (o ananá) es una fruta muy refrescante. Contiene un 85% de agua, hidratos de carbono, vitamina C, ácido fólico y minerales como el potasio, el magnesio y el yodo.

Al igual que el plátano, tiene un alto contenido en potasio, y pese a su sabor muy dulce no tiene un excesivo aporte calórico. Su aporte en fibra provoca un suave efecto laxante mejorando el estreñimiento en los bebés.

También contiene bromelina, una enzima digestiva que ayuda a digerir las proteínas, por lo que resulta ideal como postre para facilitar la digestión.

 

El kiwi

El kiwi tiene una moderada cantidad de calorías, una elevada cantidad de agua y es rico en vitaminas y minerales. Pero lo que más destaca de esta fruta es su contenido en vitamina C, más del doble que el que contiene una naranja. Esta vitamina interviene en la formación de colágeno, huesos y dientes, glóbulos rojos y favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones.

También es muy rico en potasio, en proporciones similares a las del plátano, y en ácido fólico, vitamina que colabora en la formación de anticuerpos favoreciendo el sistema inmunológico. Su fibra, soluble e insoluble, lo convierte en una fruta con gran poder laxante, también indicado para casos de estreñimiento, un trastorno bastante frecuente en los niños.